Al tren bala, ¿ Lo moverán a cuerda?
EL COLUMNISTA INVITADO DE HOY: JOSE LUIS MILIA
Terminada la fiesta de los noventa, con más rapidez que vergüenza se fueron los iluminados que con dedicación habían destruido el sistema de transportes de la Argentina, sistema que no era una maravilla, mas bien era una porquería pero que, con decisión y capacidad – lo demostró Pepe Estensoro en YPF – se podía mejorar. Pero, ¡Ay, Patria mía! la estupidez no se fue. Escondida entre escritorios, granaderos y edecanes femeninas quedó esperando nuevas oportunidades.
Ya no están los grasas que mezclaban la pizza con el champagne en grotescas francachelas pero estamos descubriendo que las sobredosis de botox pueden ser tan peligrosas para la República como el mareo de burbujas en que vivía el menemismo. Al final el resultado es el mismo. La "perrada" - los pobres en el léxico de los funcionarios - siguen pagando la fiesta. Siguen pagando ese loco empeño que se les pone en la cabeza a los políticos argentinos cuando por primera vez acceden a una corbata de Hermès o a una cartera de Louis Vuitton. Ese deseo barriobajero que tienen - porque ahora poseen lo que "de chiquilín te miraba de afuera…." - de querer que nos parezcamos, aunque sea en fachada, a los que hace tiempo nos dejaron atrás.
Ya no importa que los trenes suburbanos sean el hazmerreír de cuanto periodista especializado discurra por estos lares. Según François Belloni solo hay tres lugares donde se viaja en los techos de los trenes: la India, la Argentina. y la Ruanda de la guerra civil cuando los refugiados huían de las matanzas étnicas. Tampoco importa que den tela suficiente para escribir cuentos de terror cada semana. O que, descaradamente, se habiliten trenes que presumen de rápidos y confortables y dejan varados a sus pasajeros sin agua ni baños en medio del campo, y menos aún que podríamos ir a Iguazú en el Libertador en el mismo tiempo que si lo hiciéramos con la "porteña" como locomotora. Nada de eso importa porque a estos señores de horca y hacienda que son nuestros políticos no les preocupa que el que viaja en el Roca, o el Sarmiento o el Mitre o el Belgrano o en cualquier tren de pasajeros argentino – que aún los hay - viaje mal. Que viaje como si estuviera en un vagón de ganado rumbo a un campo de concentración. No les preocupa que la diaria travesía a su trabajo la hagan amontonados, manoseados y robados. Que lleguen tarde, mal o nunca si a un grupo de chicos descomedidos se les ocurre "salir de caño" para divertirse o ganarse unos "mangos" porque la policía ferroviaria hace tiempo que desapareció. No les importa nada de todo esto porque hace mucho que dejaron la incomodidad del tren piojoso y destartalado por el coche con chofer que la "perrada" les paga con sus impuestos.
Pero esta runfla tiene bien claro que es necesario – para poder estar ellos tranquilos – tener a la "perrada" contenta. Seguir con el circo porque el pan, mientras dure, aún se lo siguen regalando, ya que eso es la esencia de la fábrica de votos. Y ahora no se les ha ocurrido nada mejor que montar un espectáculo que - seguramente lo creen a ciencia cierta – le levantará el ego a la "perrada". Se van a gastar tres mil millones de dólares en transportes. Mejor dicho en un tren. En el famoso tren bala, coetáneo de las multimillonarias inversiones chinas que nunca vinieron y, aunque no recuerdo bien, de la lluvia de gas-oil y de otras majaderías a las que la dinastía gobernante y su corte nos tienen acostumbrados.
¡Tres mil millones de dólares! Cuanto se podría hacer con esa suma en nuestros ferrocarriles que siguen siendo nuestro aunque hoy los usufructúen otros. Porque si algo tiene el ferrocarril no es solo ese halo romántico del que habla la "primera dama". Lo bueno que tiene nuestro sistema ferroviario, o lo que queda de él, es que sería la base – si hubiera estadistas en este País - del desafío de recrearlo como estructura de progreso, integración y desarrollo estratégico: el ferrocarril transpatagónico, vías mesopotámicas sobre el Uruguay y el Paraná, trenes que llegaran a La Serena y a Valparaíso en Chile para ganar mercados en el Pacífico y mejores líneas hacia Bolivia entre muchas otras más sin descartar las urgencias de las que ya hemos hablado. ¡Hay tanto para imaginar! Pero quien usa su cabeza para pensar vidrieras no tiene tiempo para la imaginación y quien huye de las conferencias de prensa odia los desafíos.
La señora no ha escatimado palabras que suenan muy bien: "progreso, innovación, primer mundo…." para ponderar este proyecto, que en nada mejora la suerte de quien se levanta todos los días a las cinco de la mañana pues sabe que gracias al tren que no viaja a más de doce kilómetros por hora debe madrugar llegar a horario a su trabajo. Proyecto que, por otro lado, nadie dice que es a referéndum de negociaciones exitosas – para ellos, no para nosotros – con el Club de Paris.
A este proyecto es menester analizarlo, dado el monto de su inversión, desde el punto de vista de su utilidad masiva. Un TGV o tren bala no lleva como aquellas antiguas formaciones veinte o veinticinco vagones que equivalían a transportar alrededor de ochocientos pasajeros. Para ser de alta velocidad, el número de vagones es restringido y el costo del pasaje en él será, al decir de los expertos, algo menos que un pasaje de avión, por lo que los pudientes que tienen miedo a volar estarán de parabienes - en pocas horas estarán en Córdoba - y los que se mueren en los trenes urbanos, podrán usufructuarlo luego de muchos meses de ahorro para poder pagar un pasaje, siempre que, en función de las tradiciones argentinas, se concrete el proyecto, que éste se haga en tiempo y que a la postre no termine siendo un Skanka cualquiera.
Finalmente, y no es un tema menor, queda como frutilla de este postre amasado de apuro el crucial tema de donde va a salir la energía que hace falta para moverlo, que no es poca. Y en esta patria del desmán en que han convertido a la República, donde recrean a los porteros como futuros "jefes de manzana" y los entrenan alcahueteando el número de equipos de aire acondicionado que funcionan en horas pico de consumo eléctrico, es probable que reciclen los trenes urbanos al fuel venezolano para que con la energía eléctrica que les "sobre" puedan hacer correr el tren bala una vez a la semana.
Esta es la "profundizació
Autor: José Luis Milia
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