lunes, agosto 31, 2009

[discriminados] Asamblea de ELCA aprobó resoluciones favorables a membresía y ordenación de gays y lesbianas

 

 

 

 

Publicado en el sitio de la Iglesia Dinamarquesa en Buenos Aires

http://www.iglesiadinamarquesa.com.ar/index.php?modulo=noticias

ASAMBLEA DE LA IGLESIA EVANGELICA LUTERANA EN LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMERICA

La Asamblea de la ELCA aprobó declaración social sobre sexualidad y cambios en las condiciones de ordenación al clero, favorables para gays y lesbianas.

Por Andrés Roberto Albertsen*

Estoy convencido de que al comenzar esta semana es importante que reconozcamos nuestros temores y los admitamos con honestidad. Tenemos que nombrarlos para no ser sus prisioneros. Los temores pueden aislarnos del mundo, inmovilizarnos, hacer que nos retiremos del compromiso con la mision de Dios, convirtiéndonos en meras sombras de lo que fuimos creados para ser. Los temores pueden hacer que nos aferremos obsesivamente a lo que tenemos, desconfiando de todo los que nos proponen los demás. Los temores alientan el recelo y el cinismo que nos llevan a actuar de una manera mezquina y totalmente contraria a las necesidades de nuestro prójimo. Los temores pueden llevarnos a plantear demandas a los demás en favor de nuestra propia seguridad en lugar de actuar con la fe que nos hace capaces de servir a los demás con confianza y humildad. Los temores pueden hacer que nos ocultemos detrás de falsas certezas en lugar de estar dispuestos a explorar cuestiones que, si son consideradas con fidelidad, pueden infundirle valentía a nuestro testimonio, liberar nuestra imaginación, profundizar nuestra fe y aumentar nuestro coraje.

Más o menos con estas palabras, en mi traducción libre del inglés, comenzó el obispo presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en los Estados Unidos (ELCA, Evangelical Lutheran Church in America, www.elca.org ), Mark S. Hanson, su sermón en la celebración religiosa con la que se dio inicio a la Asamblea Nacional de esta iglesia, en un enorme salón del Centro de Convenciones de Minneapolis, Minnesota, el lunes 17 de agosto de 2009, ante por lo menos 2500 personas, entre las que se contaban los 1045 delegados de todos los sínodos del país que tendrían voz y voto en las sesiones plenarias de la Asamblea, unos 1000 visitantes (entre los que me contaba yo y que habíamos pagado 50 dólares para poder presenciar las sesiones plenarias de la Asamblea), y todos los funcionarios de las oficinas nacionales de la iglesia, invitados especiales y gente de Minneapolis que quiso estar presente en esa celebración.

El texto del evangelio sobre el que estaba predicando el obispo Hanson era Juan 20:19-23, que nos cuenta que en la noche del primer domingo de pascua, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Y ahora nosotros, dijo el obispo, también estábamos reunidos con miedo. Pero esa, siguió diciendo el obispo, no era toda la historia. Porque el evangelio sigue contando que Jesús entró y se puso en medio de ellos. No golpeó la puerta primero, dijo el obispo, para ver si lo invitaban a entrar. No hay, agregó, ninguna evidencia de que Jesús estuviera con la oreja pegada a la pared, escuchando a ver si los discípulos se ponían de acuerdo acerca de una teoría de la expiación que pudiera explicar adecuadamente el significado de la muerte de Jesús. Ni tampoco ninguna pista de que los discípulos estuvieran esperando a Jesús. Jesús sencillamente entró y se puso en medio de ellos. De manera audaz y misericordiosa. Y lo mismo estaba sucediendo ese lunes 17 de agosto en Minneapolis. Jesús estaba presente en medio de los participantes de la Asamblea. No era necesario proponer ni discutir ni enmendar ni adoptar ninguna regla para determinar si Cristo se haría presente y en qué condiciones. Jesús estaba presente porque era lo que había prometido, que donde la Palabra fuera proclamada, el pan fuera partido, el vino fuera servido y bautismo fuera rememorado, allí estaría él.

Y donde Jesús está presente, hay paz, siguió diciendo el obispo. Lo dice el texto de Juan, que cuando Jesús entró y se puso en medio de los discípulos, los saludó diciendo: "Paz a ustedes!" Y esa era la manera habitual de saludar, pero también era un regalo extraordinario de Jesús. Porque el anuncio de paz contenía ante todo una absolución. Jesús les estaba diciendo a los discípulos que por más que lo hubieran traicionado y lo hubieran negado y lo hubieran abandonado, por más que hubieran sido insensibles, egoístas y cobardes hasta el final, y por más que él estuviera en condiciones de castigarlos con toda razón, o mejor aún, abandonarlos y empezar otra vez con un conjunto nuevo y mejor de 12 personas, él estaba ahí y los saludaba con la paz. El se mantenía fiel a ellos, él los perdonaba y les renovaba la vida de un modo que nunca habían visto. En la presencia del crucificado y resucitado Seňor Jesucristo hay perdón de los pecados, hay paz y hay alegría.

Con esa certeza y sin temores, el obispo nos invitaba a iniciar la semana de la Asamblea.

Y si bien había muchos temas en la agenda de la Asamblea, todos entendimos a qué se refería cuando elegió comenzar su sermón hablando de los temores. Se refería a los dos temas principales de la agenda, temas que se venían discutiendo desde hacía aňos y que eran evidentemente polémicos y que podían poner en peligro la unidad de la ELCA: una declaración social sobre sexualidad y una serie de recomendaciones vinculadas con un cambio en las políticas ministeriales, o sea, las condiciones que deben cumplirse para ser pastores o pastoras.

Las declaraciones sociales, de acuerdo con los estatutos de la ELCA, son documentos dedicados a las principales cuestiones sociales: proveen un análisis e interpretación de un determinado tema, establecen bases teológicas y perspectivas éticas sobre el mismo y sirven de guía para la vida institucional de la ELCA y para cada uno de sus miembros. Son el producto de una discusión extensa e inclusiva dentro de la iglesia y el proceso mismo de la elaboración del documento es parte de su función educativa. Requieren para su aprobación del voto de los dos tercios de los delegados con derecho a voto en una Asamblea Nacional.

La declaración social sobre sexualidad que se consideraría en esta Asamblea, es un creativo y rico documento de 20 páginas en dos columnas, con un total de 1569 líneas que merecería un artículo dedicado exclusivamente a ella, pero a los efectos de esta nota (y de hecho fue la parte más discutida de su contenido en la Asamblea) basta seňalar que en una de sus partes establece que "nosotros en la ELCA reconocemos que muchos de nuestras hermanas y hermanos en relaciones del mismo género desean sinceramente el apoyo de otros cristianos para vivir con fidelidad en todos los aspectos de su vida, incluyendo su fidelidad sexual". No obstante, en el documento se respeta lo que se llaman las "conciencias cautivas" de los demás, a que ya se refirió el apóstol Pablo cuando respecto de la carne ofrecida en sacrificio, les aconsejó a los corintios que comieran todo lo que se vendía en la carnicería, y que si uno que no era creyente los invitaba a comer, también comieran de todo lo que les sirviera, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Pero que si alguien les decía que una determinada carne había sido ofrecida en sacrificio, entonces sí tenían que abstenerse de comerla, en atención al que había dicho eso y por motivos de conciencia, con la aclaración de que estaba hablando de la conciencia de ese otro y no la de los corintios a quienes les estaba escribiendo (1 Corintios 8:25-29). Por lo tanto, "conciencia cautiva" no significa que alguien simplemente pueda declarar que su conciencia está atada a una determinada interpretación de la Escritura por ejemplo, y que los demás tengan que aceptarlo, les guste o no les guste; la supuesta cautividad de tu conciencia no puede ser una manera elegante de disfrazar tu egoísmo ni una excusa para el pecado. Por el contrario, significa que las personas que tienen posiciones diferentes y hasta opuestas sobre una determinada cuestión ética, basados en interpretaciones opuestas de las Escrituras, de la tradición y de lo que les manda su razón, deben respetar las "conciencias cautivas" de los hermanos que disienten con ellos y defender sus convicciones de tal manera que no lleven a esos hermanos con los que disienten a rechazar la fe y la comunión en la Palabra y en los Sacramentos. Más específicamente entonces, el documento reconoce que hay cuatro posiciones diferentes que con "conciencias cautivas" son sostenidas en la ELCA: 1) hay quienes defienden que la práctica de la homosexualidad es pecaminosa, contraria a las Escrituras y a la ley natural y que por lo tanto la única opción válida para una persona con orientación homosexual es el celibato; 2) hay quienes sostienen que las relaciones estables y monógamas de dos personas del mismo género no se adecuan a la voluntad de Dios con su creación y por lo tanto, si bien admiten que esas relaciones muchas veces son vividas con respeto y cuidado del uno por el otro, no es posible que esas relaciones sean reconocidas públicamente como sucede con los matrimonios tradicionales; 3) hay quienes sostienen que el testimonio de las Escrituras no se refiere a las relaciones de compromiso y de amor entre personas del mismo género como las conocemos hoy y que por lo tanto esas relaciones deben ser honradas y reconocidas públicamente, con la responsabilidad que ello conlleva, pero que no pueden igualarse con el matrimonio; y 4) finalmente hay quienes sostienen que las relaciones entre dos personas del mismo género deben tener el mismo status y estar regidas por los mismos parámetros y las mismas normas éticas que el matrimonio heterosexual. Y el desafío que plantea el documento es que esas cuatro posiciones diferentes puedan convivir dentro de la misma iglesia.

Pasando ahora a las recomendaciones sobre las llamadas políticas ministeriales, lo que se ponía a la consideración de la Asamblea era lo siguiente: 1) que la ELCA se comprometía a buscar la manera de permitir que las congregaciones que así lo eligieran pudieran reconocer, apoyar y sostener las relaciones entre personas del mismo género que sean públicamente asumidas, de por vida y monógamas; 2) que la ELCA se comprometía a buscar la manera de que personas viviendo en relaciones públicamente asumidas, de por vida y monógamas con otra persona del mismo género, puedan desempeňarse como pastores y pastoras; 3) que en la implementación de esas nuevas políticas la ELCA se comprometía a que todos se ayudarían entre sí a soportar sus cargas, a amar al prójimo y a respetar sus conciencias cautivas; y 4) que la ELCA se comprometía a darles a las estructuras y prácticas existentes la flexibilidad necesaria como para que personas en relaciones públicamente reconocidas, de por vida y monógamas con personas del mismo género, puedan incorporarse al ministerio ordenado. La aprobación de estas recomendaciones, de acuerdo con los Estatutos, sólo requería la mitad más uno de los votos de la Asamblea. Y cabe agregar que la Asamblea tenía soberanía como para cambiar esa regla si se reunía el apoyo de dos tercios de los votos y de hecho fue propuesto por algunos delegados el primer día que también las recomendaciones sobre las políticas ministeriales tuvieran que ser aprobadas con dos tercios de los votos, pero la iniciativa no prosperó.

Todas las sesiones plenarias de la Asamblea fueron presididas por el obispo Hanson, quien realizó una labor notable, por supuesto que bien asistido por todos los funcionarios de la iglesia y por todos los recursos de la tecnología, que le permitían hablar ante la asamblea como si estuviera improvisando, sin leer ningún papel, y con varias pantallas que proyectaban su imagen. Cada vez que hacía referencia a algún texto, las pantallas lo mostraban de inmediato. El obispo Hanson era también quien daba la palabra a los delegados que querían hablar y que lo hacían ante un micrófono verde o un micrófono rojo según estuvieran a favor o en contra respectivamente de la cuestión que se estuviera discutiendo. Y siempre daba la palabra primero a un delegado frente a un micrófono verde, después a un delegado frente a un micrófono rojo y así sucesivamente. Cuando hablaba un delegado era la imagen la de ese delegado la que mostraban las pantallas aludidas y cada delegado tenía exactamente 3 minutos (que después de unos días por decisión soberana de la Asamblea fueron reducidos a 2 minutos) para hablar, y cuando comenzaba a correr el último minuto, en la pantalla que mostraba su imagen también aparecía un relojito que iba mostrando cuántos segundos le quedaban, y cuando se cumplía el tiempo inexorablemente el micrófono se apagaba y desaparecía su imagen de la pantalla. Además en las mismas pantallas que mostraban al obispo o al orador de turno se iba subtitulando lo que decían, para que también los hipoacúsicos pudieran seguir las deliberaciones, pero que también para mí, que no soy hipoacúsico, pero entiendo mejor el inglés escrito que el hablado, fue una gran ayuda.

El voto era electrónico. Cada delegado con derecho de voto estaba provisto con una especie de control remoto para votar, lo que le aseguraba el secreto y le daba total libertad para hacerlo según sus convicciones. No bien el obispo declaraba que una votación estaba concluida, las pantallas mostraban el resultado en número de votos y en porcentaje de los mismos.

Asimismo, antes de cada votación y por lo menos cada 20 minutos si las deliberaciones sobre un determinado punto se extendían por más tiempo, el obispo invitaba a un determinado clérigo o laico a dirigirnos en un momento de votación. Y cada vez que estaban por votar alguna cuestión cuyo resultado haría muy felices a unos, pero que llenaría de pena a otros, el obispo presidente prohibía terminantemente cualquier manifestación pública de regocijo o de pesar en el momento de conocerse los resultados.

Fue muy interesante escuchar la variedad de opiniones que se expresaron sobre los temas tratados. Para unos sólo valía el texto rígido de las Escrituras que únicamente tiene palabras de condena para las prácticas homosexuales. Para otros no se podía tomar un determinado versículo bíblico como la Palabra de Dios, sino que la Palabra de Dios era únicamente la que proclamaba y comunicaba la voluntad de Dios como fue revelaba en el Cristo crucificado. Para otros la experiencia de conocer a personas gays y lesbianas que eran felices en pareja con personas de su mismo género y que daban gracias a Dios por ello, no podía ser pasada por alto, pues la experiencia, decían, puede enseňarnos y puede ser incluso el ámbito donde se manifiesta el Espíritu de Dios que no se circunscribe al texto de la Biblia. Para otros no se podía dar un paso que los distanciara aún más de otras iglesias cristianas con las que tenían relaciones estrechas como la católica-romana e incluso otras iglesias luteranas, como la del Sínodo de Missouri o de países de Africa o Asia, y debo reconocer que me llamó mucho la atención cuando este argumento era expresado por pastoras, porque de acuerdo con ese argumento tampoco ellas deberían estar en esas posiciones, dado que como es notorio ni la iglesia católica-romana ni algunas de las otras iglesias luteranas tienen pastoras, al menos no las tienen todavía. También reconozco que me cuesta entender que para algunos fuera tan importante la sexualidad de los demás que aun cuando se les asegurara el respeto a sus propias convicciones, no pudieran tolerar la idea de estar en la iglesia con hermanos y hermanas gays y lesbianas en pareja a quienes también se les quería reconocer plenamente el derecho de ser parte de la iglesia.

Pero después del debate llegaba inexorablemente el momento de votar. La declaración social sobre sexualidad fue aprobada exactamente con los dos tercios de los votos necesarios, 676 votos a favor y 338 en contra, o sea el voto a favor del 66,67% del total de votantes y cómo no ver en ese número la acción del Espíritu, la sonrisa cómplice del mismísimo Dios, que a quienes nos alegramos con la decisión nos estaba dando exactamente el número necesario, ni un voto de más pero tampoco un voto de menos, recordándonos lo que pasó cuando los israelitas en el desierto, desoyendo las instrucciones de Moisés, recogieron más maná del que necesitaban para el día y resulta que lo que guardaron para el día siguiente se les llenó de gusanos y empezó a apestar (Exodo 16:20).

También las recomendaciones sobre políticas ministeriales fueron aprobadas, en este caso obteniendo con amplitud más de la mitad más uno de los votos. Y quiero destacar el hecho de que cuando se votó lo que en este texto he presentado como la segunda recomendación sobre políticas ministeriales, y que por decisión soberana de la Asamblea se votó en tercer término, porque la Asamblea decidió votar en primer lugar que ante cualquier cambio en las políticas ministeriales se respetarían las "conciencias cautivas" de todos, o sea, cuando se votó que también los gays y lesbianas en pareja pudieran acceder al pastorado, quizás la cuestión más sensitiva de todas las que se sometieron a la consideración de la Asamblea en esos siete días, fue el propio obispo Hanson el que nos dirigió en oración. Y también merecen ser citadas in extenso las palabras del obispo Hanson después de la aprobación de estas cuatro recomendaciones.

El obispo dijo en ese momento que había estado recordando sus 23 aňos como pastor de una congregación y en cómo hubiera encarado la conversación con una familia o con un grupo de personas que acababa de experimentar una pérdida o que estuvieran considerando si todavía pertenecían, o que de hecho sentían profundamente que habían sido separados de alguien a quien creían pertenecer. En ese caso hubiera recurrido, dijo el obispo, a las palabras de Romanos 8: "Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros. Quién nos podrá separar del amor de Cristo? Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Seňor!" (8:34.35a.38-39).

Pero entonces me pregunté cómo encararía la conversación si tuviera que ir al encuentro de una familia, un grupo, una comunidad, que siempre se hubiera estado preguntando si pertenecía y que de repente había recibido una afirmación clara de que sí pertenecían, de que todas las paredes divisorias, los sentimientos de separación, parecían haberse derrumbado. En ese caso posiblemente les hubiera leído de Efesios: "Pero ahora, unidos a Cristo Jesús por la sangre que él derramó, ustedes que antes estaban lejos están cerca. Cristo es nuestra paz. El hizo de judíos y de no judíos un solo pueblo, destruyó el muro que los separaba y anuló en su propio cuerpo la enemistad que existía. En Cristo, todo el edificio va levantándose en todas y cada una de sus partes, hasta llegar a ser, en el Seňor, un templo santo. En él, también ustedes se unen todos entre sí para llegar a ser un templo en el cual Dios vive por medio de su Espíritu." (2:13-14.21-22).

Pero entonces pensé, continuó reflexionando el obispo, en lo que hubiera hecho si los dos grupos estuvieran juntos y si en medio de ellos también hubiera personas que no experimentaron ninguna pérdida ni la sensación de que las paredes divisorias se derrumbaban, pero estuvieran pensando y preguntándose si lo que había ocurrido rompería la unidad o se preguntaran si sus acciones contribuirían a la reconciliación o a una mayor división. Si a todos ellos los tuviera juntos, les leería de Colosenses: "Como elegidos de Dios, santos y amados, revístanse de sentimientos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Seňor los perdonó, perdonen también ustedes. Sobre todo, revístanse de amor, que es el lazo de la perfecta unión. Y que la paz de Cristo reine en sus corazones, porque con este propósito los llamó Dios a formar un solo cuerpo. Y sean agradecidos. Que el mensaje de Cristo permanezca siempre en ustedes con todas sus riquezas. Instrúyanse y amonéstense unos a otros con toda sabiduría. Con corazón agradecido canten a Dios salmos, himnos y cantos espirituales. Y todo lo que hagan o digan, háganlo en el nombre del Seňor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él." (3:12-17). Con este pasaje les expreso, dijo el obispo, a todos los hoy están decepcionados, que la iglesia los invita y espera y les da la libertad para que sigan instruyendo y amonestando. Y a los que hoy han experimentado reconciliación, los llamo a ser humildes y a revestirse de amor. Pero todos somos llamados a dar lugar a que la paz de Cristo reine en nuestros corazones, recordando una y otra vez que hemos sido llamados a formar un solo cuerpo. Y siguió diciendo el obispo que se necesitaría una profunda y reflexiva conversación y mucha oración para determinar lo que todo lo sucedido significaba para su vida juntos, y que para él era absolutamente importante que esa conversación también la tuvieran juntos. Y recordó entonces que en la maňana del martes había concluido su informe a la Asamblea con las siguientes palabras: "Finalmente nos encontramos, no en nuestros acuerdos o desacuerdos, sino al pie de la cruz, donde Dios es fiel, donde Cristo está presente con nosotros, y donde por el poder del Espíritu Santo somos uno en Cristo."

Y el obispo finalizó sus palabras invitándonos a orar: Oh Dios generoso y santo, misterioso y misericordioso, nos encontramos hoy al pie de la cruz y ahí nos arrodillamos con gratitud y respeto porque nos amaste tanto que diste la vida de tu Hijo, para que en su nombre tuviéramos vida nosotros. Envíanos esta noche tu Espíritu, el Espíritu del Cristo resucitado que ha sido insuflado en nosotros. Que tu Espíritu nos calme. Que tu Espíritu nos una. Que tu Espíritu nos continúe reuniendo. En el nombre de Jesús. Amén."

Espero que las palabras y la oración del obispo Hanson sean atendidas.

Yo soy pastor de la Iglesia Luterana del Pueblo de Dinamarca, que en razón de sus estrechos vínculos con el Estado danés no tiene un organismo equivalente a esta Asamblea Nacional de la ELCA. Yo pertenezco a una iglesia no tiene un organismo con autoridad para aprobar una declaración social sobre sexualidad ni sobre cualquier otro tema y además creo que el contenido de la declaración social sobre sexualidad aprobado por la Asamblea de la ELCA con dos tercios de los votos emitidos no es ni más ni menos verdadero porque haya obtenido el número de votos necesario para ser aprobado. Yo pertenezco a una iglesia no ha discutido como un todo si gays y lesbianas en parejas estables pueden ser pastores o pastoras, pero sé que ya hay unos cuantos y unas cuantas en esa condición, y estoy seguro de que la opinión preponderante es que desde ya que sí y que si una parroquia no quiere llamar a un pastor o pastora gay o lesbiana, desde ya que tiene toda la libertad de no hacerlo. Y además creo humildemente que la Iglesia de Dinamarca es campeona en el respeto de lo que aquí se han llamado las "conciencias cautivas" y no me extraňaría que a alguno se le ocurra fijarse en el ejemplo de Dinamarca en el momento de dotar a las estructuras y prácticas existentes de la ELCA de la flexibilidad que ahora necesitan. Pero quiero decir también que si algún día a los daneses se les ocurre separar la iglesia del Estado y darle a la iglesia sus propio organismo máximo de conducción en la forma de una Asamblea Nacional, espero que se fijen con mucha atención en el ejemplo impecable de democracia interna y de libertad de expresión y de respeto a las opiniones de todos que la ELCA ha dado por lo menos en esta Asamblea Nacional en Minneapolis en la que tuve el privilegio enorme de estar, aunque claro, la conducción segura, respetuosa, piadosa y con sentido del humor que ejerció el obispo Mark S. Hanson será difícil que otros la puedan igualar. Merecidamente recibió de todos una extensa ovación de pie.

*Andrés Roberto Albertsen es Clérigo de la Iglesia Luterana de Dinamarca y Pastor de la Iglesia Dinamarquesa en Buenos Aires.

   



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[discriminados] Fwd: Comunicado del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel

 



EL DECANO TRINCHERO VOTO A FAVOR DEL DINERO SUCIO DE LA ALUMBRERA y DE LOS NEGOCIADOS EN LA UBA.

SU ARGUMENTACION FUE VERGONZOSA.

 

Comunicado del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.

Se ruega su difusión.

 

El Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires aceptó el dinero de la minería y se negó al debate

 

En el día de hoy, a las 9hs de la mañana, se reunió el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires (UBA), presidido por el Dr. Rubén Hallú, rector de la universidad. Uno de los temas a tratar era la incorporación al presupuesto de la suma de más de 3,4 millones de pesos (AR$ 3.470.236), fondos provenientes del emprendimiento minero Bajo La Alumbrera , de Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD), ubicado en la provincia de Catamarca.

En una carta del 10 de junio de 2009, enviada al Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y a los rectores de todas las universidades nacionales, pedimos que se rechacen "esos fondos millonarios, por el hecho de que provienen de una actividad destructiva y contaminante, que genera cada día más violaciones a los derechos humanos de las poblaciones aledañas al mega-emprendimiento". Si bien esta distribución de utilidades líquidas y realizadas de YMAD se hace conformemente a la ley 14.771, cabe resaltar que el espíritu de esa ley sancionada en 1958 fue totalmente alterado por la reforma de su artículo 5 durante la última dictadura militar. Además, la empresa Minera Alumbrera Ltd.. que explota el yacimiento está actualmente procesada por delito ambiental por la Cámara Federal de Tucumán, imputada por tráfico documental y exportación ilegal de metales, contrabando de oro, uranio y torio, e investigada por lavado de dinero.

Por todas esas razones, repudiamos fuertemente la decisión tomada hoy por el Consejo Superior de la Universidad , de aceptar ese dinero manchado de sangre. Sólo hubo tres votos en contra (de Federico Schuster, decano de la Facultad de Ciencias Sociales, y de los dos consejeros estudiantiles presentes, Mariela Solesio y Mariano Blumenfeld), y una abstención (de Pablo Pazos, representante de los graduados).

Con esta decisión, las autoridades de la Universidad de Buenos Aires prefirieron recibir fondos generados por una actividad que perjudica gravemente a las condiciones de vida de las poblaciones de varias provincias del norte argentino, en lugar de pronunciarse en defensa del interés del pueblo como debería hacer toda institución pública.

Más grave aún, el Consejo Superior se rehusó a todo debate abierto. Por votación, se le negó la palabra a mi asesora que había ido a la reunión en representació n mía, con la intención de informar al Consejo Superior sobre diversos aspectos relacionados a esta explotación minera, y presentar los argumentos en contra de la aceptación de ese dinero. También estaban presentes miembros de asociaciones estudiantiles y jóvenes investigadores de la UBA que tampoco pudieron hablar.

Por otro lado, cabe destacar que incluso los consejeros a favor de la aceptación de los fondos reconocieron que se necesitaba ampliar las informaciones acerca del impacto provocado por esa empresa minera, principalmente en cuanto a la contaminación ambiental que provoca. Varios pidieron que la resolución vuelva a la comisión de presupuesto (proposición rechazada por 13 votos contra 9). El decano de la Facultad de Ciencias Sociales propuso que se crease una comisión formada por investigadores de las distintas disciplinas, ya que la mega-minería afecta todos los aspectos de la vida del pueblo. A través de la voz del consejero estudiantil, ampliamos la propuesta de Federico Schuster pidiendo que se organice un debate público, y que de formarse dicha comisión, que su composición incluya también a miembros de la sociedad civil: organismos de derechos humanos, organizaciones sociales y ambientalistas, asambleas ciudadanas y poblaciones afectadas. Esas diferentes alternativas a la aceptación de los fondos ni siquiera fueron sometidas al voto.

Esta actitud de la gran mayoría de los miembros del Consejo Superior es altamente condenable. Recordamos que las universidades públicas deben actuar en defensa del bien público y estar al servicio de los ciudadanos. Las universidades públicas, y sobre todo una de gran renombre como es la UBA , tienen el deber de abrir sus puertas al debate de tales temas de suma importancia, para definir el modelo de país que queremos.

Reiteramos nuestro fuerte repudio a la aceptación de los fondos de YMAD por parte de la Universidad de Buenos Aires, y condenamos la actitud de su Consejo Superior de negarse al debate.

Buenos Aires, el 26 de agosto de 2009

 

Adolfo Pérez Esquivel

Premio Nobel de la Paz

 

La UBA: contaminante, asesina y especuladora.

Un desierto para la Nación Argentina

El saqueo de los recursos naturales a manos de intereses extranjeros contó siempre con cómplices y ejecutores nativos. Y ahora la universidad es uno de ellos.

"Bajo La Alumbrera" es un rico yacimiento de oro y cobre en Belén (Catamarca) descubierto en 1948 por la Universidad de Tucumán, que lo registró a su nombre. Luego se creó el ente YMAD (Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio) con Catamarca, la Nación y dicha universidad. En 1994 se hizo caso omiso a la prohibición de ceder YMAD sus derechos total o parcialmente a terceros, y se conformó una unión transitoria con Minera Alumbrera Limited, conformada por distintas empresas extranjeras (hoy quedan dos canadienses y una suiza). Amparada en la legislación de la república caribeña de Antigua y Barbuda, es una de las principales mineras y con mayor ganancia del mundo, también denunciada en varios países por incumplir leyes, violar derechos humanos, contaminar con alevosía y amenazar cuencas hídricas vitales en regiones semiáridas. En 1997 se firma a pedido de la empresa una modificatoria del contrato en Nueva York: Argentina cede derechos e intereses y acepta un contrato de arrendamiento.

Pero esto no es solo la crónica del saqueo minero. La mina consume el 25% de la energía eléctrica suministrada al NOA y el 87% del consumo total de Catamarca. Y hay otro recurso valiosísimo que es dilapidado en la minería "a cielo abierto": el AGUA. Cien millones de litros por día en una región donde este es un recurso escaso. Pero la empresa sostiene que usa tan solo "el 48% del valor máximo permitido de agua en su proceso de producción" (1) Y aún hay más: el agua vuelve… contaminada y acumulada en un lago artificial. En consecuencia, se arruinó gran parte de las actividades agrícolas (De Angeli y la Sociedad Rural no protestaron por esto) y se incrementó el cáncer (un 800 %) y las enfermedades respiratorias. Y el riesgo se extiende con el mineraloducto que atraviesa Tucumán y Santiago del Estero, con derrames y emanaciones que contaminan el dique del Cadillal y el de Termas de Río Hondo. Como contracara tenemos el escaso valor de uso de estos metales que así extraídos se utilizan como reservas de riquezas y consumos suntuarios.

Pese a la propaganda empresarial sobre el enorme "beneficio" al país que ella produce (2) la complicidad de las autoridades y la utilización de los empleados de la mina contra los que localmente cuestionan las consecuencias de la explotación, las denuncias de particulares, funcionarios y organismos lograron en 2008 que la Cámara Federal de Apelaciones de Tucumán procesara al vicepresidente de la firma, Julián Rooney. Es el primer fallo contra una multinacional minera por delito ambiental (Ley 24.051). Sin embargo, la empresa no fue obligada a suspender sus actividades. Y aún proyecta una mina que será el triple de Alumbrera a pocos kilómetros, en Agua Rica. En conjunto, estas minas convertirán en poco tiempo en un desierto los Valles Calchaquíes.

Y no se trata de negligencia estatal sino de complicidad: la justicia rosarina citó a Carlos Silvani (ex titular AFIP) y a Gustavo Parino (ex administrador Aduana). Parece que el brillo del metal encandiló a los funcionarios y no se dieron cuenta que, además del bronce declarado, los contenedores de la minera sacaban oro, uranio y torio al extranjero (3).

 

Rectores y decanos: una piara de cerdos (con perdón del animal)

La Ley 14.771 aprobada durante la presidencia de Frondizi establece que YMAD percibe el 20 % de las utilidades. De este porcentaje, el 60 % va a Catamarca, un 20 % a la Universidad de Tucumán y el 20 % restante se distribuye entre las demás universidades nacionales. La repartija comenzó en 2008 cuando estas universidades recibieron sin ruborizarse 50 millones de pesos (3,5 fueron para la UBA) y este año 36 millones. Comenzó así la polémica, dado que aceptar este dinero implica hacer cómplices a las universidades de un delito federal y, como señala una carta de profesores e investigadores de la UBA "Es muy significativo que cuando muchas investigaciones que generan conocimiento independiente avanzan conectando distintas disciplinas científicas, distintas facultades e incluso distintas universidades, una de las empresas mineras más cuestionada y procesada por el Fiscal Dr. Gustavo Gómez, decida repartir dinero a todo el sistema universitario." (4) 

Por otra parte, la aceptación de estos fondos va en contra del Estatuto de la UBA, que postula a la Universidad como instrumento de mejoramiento social dispuesto a servir al país y que no se desentiende de los problemas sociales (bases y art. 69 del Estatuto). Para lograr estos propósitos, la universidad pública debe mantener una mirada crítica y una total independencia para desarrollar sus investigaciones sobre la actividad productiva y sus impactos sobre la sociedad. De ahí la contradicción de recibir el soborno de estos empresarios delincuentes.

Ante esto, algunos establecimientos universitarios mantuvieron una posición digna y rechazaron los fondos. En las antípodas tenemos a Darío Maiorana (rector de la Universidad de Rosario y presidente del Consejo Interuniversitario Nacional, CIN), que tomó el dinero sucio de las multinacionales y después viajó a la conferencia "Hacer la Paz con el Agua" en Bruselas, donde remarcó la responsabilidad estatal de garantizar el derecho al agua y la misión de los universitarios para crear conciencia de lo escaso del agua, postulando una alianza entre universidad, ONGs y sociedad civil. Acto seguido abrazó a su anfitrión, Mijaíl Gorbachov. (5)

Empresas con delitos ambientales recurren con frecuencia al financiamiento educativo y promueven cursos sobre medio ambiente en los mismos lugares que ellas contaminan sin cesar. De ahí el estupor manifestado en el portal empresarial minero: "…podemos entender que (…) distintas franjas políticas que conforman a un centro de estudio se opongan a la actividad minera, pero lo que no se puede entender es que se limite a una Universidad Pública, con las carencias que todos conocemos y con su presupuesto ajustado, a que se rechacen fondos que por esencia le pertenecen".  Y se sinceran: "…es cierto que la minería se ha diferenciado de otras actividades económicas y lleva consigo una bandera de progreso social que se traduce en los aportes que realiza, en la mayoría de los casos, en forma voluntaria". (6)

Así, surgió el justificativo de hacernos los boludos: ¡agarramos la plata e investigamos los delitos ambientales!. Pero como señala el Dr. Raúl Montenegro, premio Nobel Alternativo 2004: "Pretender que esos fondos se utilizarán para investigar la contaminación de las mineras, uno de los argumentos que se sostuvo desde la Universidad Nacional de Córdoba, es convalidar actitudes criminales". (7) Eso es precisamente lo que quieren los empresarios criminales: redes de complicidad que frenen las causas contra la transgénica gallina de los huevos de oro.

En el CIN no se discutió ningún reparo ético, simplemente se discutió la forma de hacer la repartija. Y en la UBA este año el Secretario de Hacienda Piotti López, del viejo riñón radical shuberoffista hoy reconvertido en macrista, realizó maniobras para incorporar el metálico sin pasar por el Consejo Superior, para poder disponer de estos fondos para negociados como la compra del cine Cosmos para extender los curritos del Centro Cultural Rojas. Es decir, el fruto de una actividad nociva para el país se invierte en fomentar la corrupción. Cuando el tema podría haber derivado en un escándalo vinieron como cortina de humo las elecciones nacionales y la pandemia, y en esa clave podemos interpretar la disposición del rector a "cerrar todo" por prevención. A puertas cerradas prosiguió en la UBA la feroz disputa entre los garcas de siempre para quedarse con una mayor tajada del dinero cancerígeno: un golpe palaciego desplazó a Piotti López (aunque le dieron el premio consuelo de asesor del Rector) y en su lugar quedó uno peor: el ex Franja Morada, ex Secretario de Hacienda de Shuberoff, impulsor de la candidatura del fascista Alterini y actual macrista José Luis Giusti, que no logró entrar en la legislatura porteña por el PRO a causa de la merma del caudal electoral del partido empresario, por lo que fue compensado con un cargo en la UBA y otro en el Gobierno de la Ciudad. El decano de Filo, fiel perrito faldero, lloró amargamente el alejamiento de uno y se apuró a ser primero en el besamanos de la designación del otro. (8)

Y el dinero sucio ya se cobró su primera victima en la UBA, entre los castigados no docentes del rectorado. La Directora de Tesorería fue trasladada compulsivamente y sometida a un trato humillante al negarse a firmar el ingreso de estos fondos espurios si antes el trámite no pasaba por el Consejo Superior, como indica el procedimiento administrativo (se imputa al rubro donaciones, y no a recursos propios como pretendía Piotti para tener impunidad).

 
Los últimos pasos de la saga

El miércoles 18 de agosto, ya con el nuevo Secretario Giusti al mando del criadero, se aprobó en la Comisión de Presupuesto de Rectorado el expediente de los fondos de la Alumbrera. Todos los decanos presentes firmaron en acuerdo de la aceptación de esta donación, incluso Trinchero (FFyL), cosa que no es de extrañar ya que en su lista de graduados lleva a sicarios académicos a sueldo de la Alumbrera. Este miércoles 26 de agosto se trata el tema en el Consejo Superior y la rosca académica pretende aprobarlo sin empacho. En la Junta de Historia de ayer se aprobó el repudio a estos fondos, solicitando a la UBA similar posición y la renuncia del rector Hallú y los consejeros superiores que aprueben los sucios fondos por complicidad en delitos federales.

El miércoles 26 a partir de las 9 de la mañana en Viamonte 440 todos al Consejo Superior contra el negociado de los macristas de rectorado, la minera Alumbrera y el curro inmobiliario con el cine Cosmos.

 

lamariategui@yahoo.com.ar

 


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jueves, agosto 27, 2009

[discriminados] LO QUE NO TIENE NOMBRE: Diana Maffia

 


Lo que no tiene nombre

 

Diana Maffía

Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género

Universidad de Buenos Aires

 

 

En esta ponencia me propongo reflexionar sobre lo difícil del intento de conciliar el respeto por la diversidad de identidades (sexuales y otras) y a la vez mantener la capacidad de acción colectiva. El propio movimiento feminista transitó el proyecto de hegemonizar una definición de lo femenino que fuera universalisable y permitiera a las dirigentes hablar en nombre de todas las mujeres; y fueron las propias mujeres las que renegaron de ser dichas por otras en su experiencia diversa. En particular, las mujeres negras pobres no se sentían reflejadas en las definiciones académicas de lo femenino construidas por mujeres blancas ilustradas.

El problema es más hondo que la arrogancia de un grupo de pretender representar a todas. El problema es que como seres humanos vivimos atrapadas entre la singularidad de la existencia y la universalidad del lenguaje. Cualquiera sea el modo en que el lenguaje nos refiera, siempre lo hará bajo la forma de condiciones universales que pueden ser o no cumplidas por nosotras, pero que nunca agotarán la descripción lo suficiente como para alcanzarnos en toda nuestra complejidad. Podremos decir que somos varones o mujeres o travestis o transgénero o blancas o negras o indígenas o pobres o ricas o prostitutas o monjas o Caamaño o científicas o jóvenes o viejas o bellas, pero siempre habrá algo más que no está dicho. La única excepción es nuestro nombre propio, o los demostrativos,  que parecen abarcarnos íntegramente pero que sólo apuntan hacia nosotras sin decir nada acerca de quiénes somos. O nos presentamos desnudas bajo un nombre, o percibimos los innumerables ropajes de palabras pero no llegamos a tocarnos nosotras mismas bajo ellas.

Este tema puede parecer muy abstracto, pero se une al hecho de que cada grupo al constituirse, sobre todo al constituirse como sujeto político, genera una identidad y una alteridad; y como criterio de demarcación entre el nosotras y el ellas genera una regla. No cumplir con la regla de la identidad significa ser expulsado al espacio de lo otro, de la desviación. Fuera del orden del sujeto sólo está lo abyecto, lo que yace fuera. Muchas veces, en nuestras luchas por la identidad de género, procedemos con reglas que ponen límites y expulsan para separar lo que somos de lo que no somos.

Durante siglos, la definición del sujeto relevante no fue hecha por las propias comunidades sino que fue un resorte de poder de quienes desde la teología, la ciencia y el derecho pusieron las reglas que recortaban el estrecho círculo de la ciudadanía. Un círculo que establecían los sujetos hegemónicos alrededor de sí mismos, dejando fuera a todas las mujeres pero también a muchas masculinidades subalternizadas. Un círculo androcéntrico.

Reforzándose mutuamente, los criterios de pertenencia ponían las condiciones normativas del sujeto moral (teología), el sujeto epistémico (ciencia) y el sujeto de ciudadanía (derecho). Ninguna de las expulsadas por esta normativa participaba en la definición de las reglas. Las negras, las indígenas y las mujeres estaban explícitamente expulsados de esta posibilidad de participación. Al resultado lo llamaron objetividad, y se negaron a admitir que los aspectos subjetivos contaminaran la universalidad de sus prescripciones. La democracia liberal pudo así mantener a la vez la retórica universal de los derechos ciudadanos y la expulsión de la mayoría en el ejercicio efectivo de tales derechos.

A diferencia de la objetividad, lo subjetivo en la modernidad entraba en el orden de lo peligroso, lo que debía dominarse por idiosincrático y pasional.

La sexualidad hegemónica cumpliría los principios lógicos de identidad (un varón es un varón; una mujer es una mujer) no contradicción (un varón es no-mujer; una mujer es no-varón) y tercero excluido (se es varón o mujer, no hay tercera posibilidad). Estos principios, señalados por Aristóteles hace 2500 años, eran a la vez principios lógicos (del orden del pensamiento) y ontológicos (del orden de la realidad). Es decir, no eran una manera de interpretar rígidamente el mundo, sino que pretendían ser la expresión de la estructura básica de la realidad. Y así el sujeto que había producido esta fórmula androcéntrica de interpretar el mundo podía desaparecer sin dejar rastros.

A pesar de que la modernidad declama romper con el dogma aristotélico para fundar un nuevo orden basado en la naturaleza, en la razón y la experiencia, y para eso inventa el método experimental en las ciencias, el resultado de sus conjeturas será otorgarle privilegios al mismo sujeto que en la antigüedad había concentrado el monopolio de la libertad. Diferencia en las razones, equivalencia en los hechos: todas las mujeres y aquellos varones que no daban las condiciones hegemónicas fueron expulsadas del "nosotros" pretendidamente universal de los derechos y la ciudadanía.

Es precisamente por eso que me resulta inquietante cuando en nuestros movimientos pretendidamente emancipatorios repetimos esta trampa semántica de producir exigencias para la pertenencia a un colectivo que ignore o niegue la participación de quienes quedan excluidos de la definición. Una definición autocomplaciente, que nos permite quedarnos con la universalidad retórica del lenguaje sin distribuir equitativamente las oportunidades sociales. Se definen arbitrariamente las reglas para participar del club, a la medida de quienes precisamente son responsables de su definición, y luego se invoca la necesidad de las reglas para expulsar a quienes no encajan en la presunta objetividad de su aplicación.

Para completar este efecto policial del lenguaje hegemónico, la alteridad no se considerará meramente otra categoría: la desviación, la abyección, se considerarán cualidades ontológicas, modos de ser de los sujetos excluidas (lo que de paso justifica su exclusión). Y se recomendará exorcizarlas, redimirlas, perseguirlas, encerrarlas, penalizarlas, someterlas a terapias cruentas por su propio bien. Un bien en cuya definición tampoco participan. Porque (dirá el sujeto androcéntrico) nadie mejor que nosotros -que manejamos la ciencia, la teología y el derecho- sabe lo que necesitan ellas. Las tendremos entonces bajo tutela hasta que escarmienten o reconozcan la verdadera identidad humana, o al menos la imiten, para evitarnos la permanente interpelación a nuestra mascarada de sustituir el universal diverso de la experiencia humana por el universal hegemónico de nuestra reducida experiencia.

Todas deberíamos poder tener con respecto a nuestro cuerpo la particular y excepcional experiencia del cuerpo vivido, del cuerpo que nos ubica en una perspectiva absolutamente única y singular en el mundo, o mejor dicho construye el mundo a nuestro alrededor. El cuerpo de las otras es sólo un cuerpo físico, no podemos experimentarlo, es un cuerpo en tercera persona. Sólo cada una puede tener una vivencia en primera persona de su propio cuerpo, experimentarlo como una misma. Esto abre un abismo entre un cuerpo y otro, abismo que tratamos de suturar con el lenguaje. Decir lo que sentimos y experimentamos, escuchar sensiblemente lo que otras sienten y experimentan, establecer una analogía entre mis propias experiencias y el modo de decirlas, y lo que escucho decir de las experiencias del/a otra, son los primeros pasos en la construcción no sólo de una comunidad sino también de un mundo compartido (que puede ser visto de muchas maneras, desde muchas perspectivas singulares, y sin embargo seguir siendo un mundo común).

Cuando algunas sujetas se encuentran en una situación de opresión, de violencia simbólica, carecen de autoridad perceptiva sobre sus propias experiencias y adoptan sobre ellas las descripciones en tercera persona de la cultura dominante. Aceptan definirse no como el singular sujeto que son, sino como un sujeto desviado. La violencia opera como un descentramiento de la propia experiencia. De los seres humanos sexualmente monstruosos se ocupó la teratología, de la sexualidad humana la ginecología y la obstetricia, del deseo el psicoanálisis y la psiquiatría, transformando el vínculo con los cuerpos en un vínculo mediado por el lenguaje médico y custodiado por el derecho. Así, muchas nos vinculamos con nuestros cuerpos como cuerpos imperfectos, como cuerpos fuera de patrón, como cuerpos que sufrimos en lugar de ser y que sin embargo se rebelan y no consiguen encajar en el deber. Entonces nos dejamos rotular como desviados.

La desviación, lejos de ser una cualidad ontológica que rige la naturaleza y el comportamiento de las personas, es el efecto de una interacción simbólica, el efecto de un etiquetamiento. La cualidad de desviado referida a los comportamientos de los individuos (el salir y entrar en el orden de las perversiones, por ejemplo) puede entenderse si se lo refiere a reglas o a valores históricamente determinados, que en cada momento y lugar definen ciertas clases de comportamientos y de sujetos como anormales y, por lo tanto, sirven para etiquetar a personas y actitudes concretas.

Estos procesos de definición y de etiquetamiento, a su vez, ponen en acción procesos de reacción social que influyen de manera estable sobre el estatus y la identidad social de los individuos. Si se piensa por ejemplo en la evolución de la consideración social de la homosexualidad en el último cuarto de siglo, pueden verse cambios en el reconocimiento político de los derechos a la sexualidad, a pesar de la persistente discriminación, cambios que no se deben a modificaciones en los sujetos sino en las reacciones sociales a la clasificación de alguien como homosexual.

Los procesos de definición y de reacción social son en general acompañados por una desigual distribución del poder, tanto el poder de definir como el de reaccionar a la definición. A algunas sujetas sólo les queda ser rotuladas y vivir la marginalidad del etiquetamiento. La ciencia, el derecho, la teología en un contexto de relaciones sociales de inequidad y conflicto, se transforman en el corset de las identidades. Las dimensiones de la definición y el poder se desarrollan en el mismo nivel y se condicionan entre sí.

Esto significa que los procesos subjetivos de definición en la sociedad, se vinculan a la estructura material objetiva de la propia sociedad, contribuyendo esta estructura a la producción material e ideológica, a la legitimación de las relaciones sociales de desigualdad. La ciencia, el derecho y la teología reflejan la realidad social en sus jerarquías de poder, y colaboran en su reproducción y justificación, en una relación compleja entre elementos materiales y simbólicos.

Esta no es una escala simple, muy por el contrario, porque cada sujeto pertenece a géneros, clases, edades y etnias diferentes que pueden combinarse unas con otras de diversas formas. Tanto los grupos aventajados como los desaventajados se fragmentan, y así podemos pertenecer a la vez a varios colectivos. Si logramos una noción sobre el género subjetivo mucho más flexible, que no esté establecida por factores biológicos, psicológicos o sociales ligados al cuerpo, habremos logrado un avance simbólico significativo pero nos enfrentaremos entonces al dilema práctico del reconocimiento. Y ese dilema práctico tiene que ver con la capacidad de actuar colectivamente por reivindicaciones en común.

En los años recientes del activismo queer, al igual que el feminismo en décadas pasadas, hemos visto fragmentarse las reglas de pertenencia y las demandas de reconocimiento de identidades que cada vez van adquiriendo el poder de decirse a sí mismas en sus propios términos, pero también usan el poder de excluir como otras a quienes no cumplen las reglas de admisión en sus colectivos. La capacidad de agencia común, de lucha conjunta en una sociedad todavía hostil con las diversas manifestaciones de una sexualidad que continúa siendo peligrosa, se pone así en riesgo. Pasamos de sujetas a desatadas, desatadas del ancla de la corporalidad como fundamento biológico de la diferencia, pero entonces también del fácil reconocimiento y la adscripción a una identidad sexual.

Cuando en 1998 comencé mi función como Defensora del Pueblo en la Ciudad de Buenos Aires, en el área de Derechos Humanos y Equidad de Género, hacía años ya que la democracia había visto crecer un movimiento gay-lésbico de reivindicación de derechos que había logrado incluir la  no discriminación por sexualidad en la Constitución de la Ciudad, así como avances significativos en la consideración social. Persistía sin embargo el problema de que las lesbianas tenían menor protagonismo en el movimiento y estaban en general subordinadas dentro de las propias organizaciones, repitiendo patrones sociales de subordinación de las mujeres.

Por esa fecha las travestis hacían su ingreso como sujeto de demandas ciudadanas, con la negativa a admitir una zona roja para prostitución, y denunciando la persecución y explotación policial. Las organizadoras de las Marchas del Orgullo deliberaban sobre incluirlas o no entre las convocantes, porque las travestis acaparaban las cámaras de televisión con sus vestimentas llamativas y su glamour, restando eficacia política a los discursos.

Cuando dejé la función, en diciembre de 2003, el movimiento GL se había transformado en gay, lésbico, travesti, transexual, bisexual, intersexual y transgénero (GLTTBIT). Estoy segura que hoy se incorporan otras categorías, así como se hacen distinciones dentro de cada una de ellas (travestis que no se implantan siliconas para modificar su cuerpo, frente a las que sí lo hacen; lesbianas que se masculinizan en su expresión de género, frente a las que no lo hacen, etc.). Cada una de estas expresiones nace como un grito de libertad, la libertad de decirse a sí misma en lugar de ser dicha, la libertad de adquirir autoridad sobre el propio cuerpo, y la singular experiencia desde el cuerpo de un mundo que nos pertenece por igual, y desde allí la demanda política de inclusión ciudadana.

Pero esa fragmentación también nos desafía para actuar juntas. Quizás el pánico de retroceder como movimiento nos enfrenta hoy con la paradoja de que en el feminismo se discuta si se aceptarán o no travestis y personas trans que se definan como mujeres para participar en los Encuentros Feministas. Como si alguien en el feminismo tuviera la regla falométrica de los cuerpos o las subjetividades aceptables; o lo que es peor, como si fuera deseable tenerla. La discusión retrocede hacia el más crudo biologicismo, el que nos dijo a las feministas cómo ser mujeres y del que tantos sufrimientos y sujeciones derivaron. Quizás se exija un tacto vaginal para pertenecer al movimiento feminista, o quizás un análisis de cromosomas, porque ¿dónde reside la "verdad" sobre los sexos y los géneros?

La verdad no es sólo una relación entre el lenguaje y el mundo. Un enunciado no es verdadero sólo por virtud del modo en que refleja un estado de cosas. La verdad, como el lenguaje, dependen de los frágiles sujetos que intentamos tocar la realidad sin poder acaso salir de nuestras mentes. Alcanzar al otro, a la otra, a las otras en cuyas experiencias no podemos intervenir, con cuyos cuerpos sólo podemos tener la externalidad de cualquier otro objeto del universo, pero con quien desesperadamente intentamos comunicarnos. Admitir que lo que otras y otras perciben y construyen con sus interpretaciones sobre nosotras también es una parte de nuestra identidad. Una parte, además, a la que sólo tendremos acceso si nos abrimos a ellas en una comunicación humana de mutua comprensión.

Me resulta difícil clasificar lo singular, las historias que he escuchado y que la mayoría de las veces son de sufrimiento. Les pondré nombres propios ficticios y desafío a que me digan cómo hacer una taxonomía de los sexos que no discipline el placer y no produzca padecimiento innecesario por pura ideología.

Daniel nace con cuerpo de mujer pero su subjetividad de género es de varón.  En la adolescencia conoce una chica dispuesta a convivir con él. Con el tiempo su cuerpo se le hace insoportable y decide operarse. En Argentina la operación está prohibida, entonces viaja a Chile donde un cirujano lo acepta como paciente. Le hace comprar prótesis testiculares y se las implanta como primera parte de la operación. Completar la operación con una faloplastia requiere más dinero del que Daniel tiene. Entonces el cirujano lo manda de nuevo a Argentina sin completar la intervención. Ahora Daniel tiene testículos y genitales de mujer.

Sara y María son una pareja lesbiana. María quiere practicar sexo sádico con su compañera, porque sostiene que a las mujeres se las obliga a ser buenas y pasivas y tienen derecho a experimentar la crueldad y la violencia tal como la ejercen los varones. Sara se queja por esa forma de violencia que considera arbitraria e irracional y quiere recurrir al servicio de atención de mujeres golpeadas del gobierno. Pero en el servicio de atención de violencia le dicen que sólo atienden mujeres golpeadas por varones. No consideran la posibilidad de una victimaria mujer, sólo se hacen cargo de las mujeres como víctimas.

Estela es travesti de varón a mujer desde la adolescencia, y ha llegado a construir su identidad con mucha dignidad y fortaleza. Vio morir a muchas de sus amigas travestis por torturas policiales, por SIDA, por operaciones estéticas hechas de cualquier modo con siliconas industriales, y otras mil causas absurdas. Pero ella llegó a la edad adulta con mucha entereza, estudia y trabaja en ambientes donde le reconocen su identidad y está rodeada de afecto. Un día una hemorragia la lleva al hospital donde le dicen que debe hacerse un análisis de próstata. La próstata, los análisis correspondientes, son tan lejanos a la subjetividad de Estela como lo serían a la mía. Nunca se preparó mentalmente para tener enfermedades de varón.

Lucía, otra travesti, conoce en una reunión de activistas a una militante lesbiana y se siente atraída por ella. Me pregunta: la relación de una travesti y una lesbiana ¿es homosexual o heterosexual? Lucía había transformado su cuerpo poniéndose pechos, afinándose la mandíbula, esculpiéndose los glúteos y los muslos para tornarlos femeninos, y había mantenido con orgullo su genitalidad de varón, pero temía transgredir alguna regla del deseo.

Néstor, un intersexual al que desde su nacimiento operaron innumerables veces para transformar su cuerpo en el de una mujer que pudiera tener lo que los cirujanos llaman un "coito normal", desarrolla desde su adolescencia una identidad de género de varón, y quiere que se le reconozca esa identidad masculina sin hacerlo pasar nuevamente por las cruentas operaciones que significaría una nueva adaptación de su cuerpo a la presunta sexualidad dominante de la penetración.

Escuché estas historias como Defensora del Pueblo. Para mitigar los sufrimientos de estas personas debía recurrir a las definiciones arbitrarias y excluyentes de la ciencia y la justicia, hechas según sus parámetros muchas veces fundados en el dogma religioso. Las etiquetas preceden y reemplazan a la escucha y pretenden transformar una biografía en una categoría, en estos casos fuera de casta. La inadecuación entre las condiciones de aplicación del concepto y el cuerpo, se considera un problema del cuerpo: se lo aparta, se lo margina, se lo excluye de la condición de ciudadanía, se lo enajena de la posibilidad de ejercicio de sus derechos.

Para contrarrestar esta abyección debemos romper ese etiquetamiento y ese círculo de justificaciones de la subjetividad hegemónica. La opresión no es sólo una cuestión de género, pero no podemos omitir la consideración del género de cualquier movimiento emancipatorio. Si al construir este movimiento repetimos el ritual de la exclusión, creo que hemos aprendido muy poco.

Porque el otro, la otra, las otras y quizás cada una de nosotras mismas por virtud del inconciente, somos ese abismo insondable de lo que nunca terminamos de conocer, de lo que nunca concluye por definirse, aquello que no revela su fondo y no puede encerrarse en palabras, lo que no tiene nombre.

 

Recopilación:

Lic.Jorge Horacio Raíces Montero
Psicólogo Clínico
infopsicologia@ciudad.com.ar

Coordinador Departamento Académico de Docencia e Investigación
CHA
www.cha.org.ar
informacion@cha.org.ar

 

Miembro Consultor de OII
Organización Internacional Intersexuales
www.intersexualite.org


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