El Sindrome Cristina K - A diez días de haber tomado el poder en Guatemala
El pasado día 15 del presente, el presidente Alvaro Colom tomó posesión de la administració
Definido, por el mismo, como un gobierno socialdemócrata, lo cierto es que el conjunto de ministros, directores y secretarios nombrados, presenta un panorama multiideológico del que no puede sustraerse un importante tufo a izquierda tradicional añeja, progresistas de izquierda y perdidos en el espacio de centro-izquierda. Algunos, incluso, sin ideología definida, porque posiblemente nunca se plantearon estar por ahí. Más que socialdemócrata, comparto la denominación de un amigo mío: socialmediocrá
Pasado poco más de una semana, ya cedió a las presiones del sindicato de maestros que, bajo el lema de la "dignificación del magisterio nacional", pretenden apoderarse de la nada despreciable suma de 25 millones de dólares que el presupuesto nacional reservo para tan ilustrado e importante colectivo, a la vez que mafioso. Tampoco pudo tomar posesión un vice ministro de gobernación (interior) porque el alcohol le alteró sus funciones básicas el día previo a la investidura, el de tal evento y, posiblemente, dos o tres más, en vista de que se quedó fuera de la foto.
Por si todo esto fuera poco, los "socialdemócratas" (de verdad) le echan en cara que en ese gobierno multitodo solamente hay una mujer y un ministro que dice ser indígena, cuando la campaña se sostuvo, en parte, sobre discursos rancios en los que se prometía la equidad e igualdad de género, etnia y otros grupos de desfavorecidos. No comparto la idea de estos repartos, pero lo cierto es que no fui yo quien hizo las promesas sino el presidente y sus amigos de partido.
La guinda la viene a poner la "primera dama", extraña figura que no aparece en la constitución guatemalteca (tampoco el término esposa del presidente) y, si se toman la molestia verán que tampoco en otras muchas constituciones. Además de controlar al esposo por vía marital, también quiere intervenir en el gobierno por vía testicular. Así, la doña, ha hecho que se le nombre coordinadora y gestora del Comité de Cohesión Social, una suerte de engendro que engloba tres ministerios, tres secretarías y tres fondos sociales y, ahí va lo importante, dispone de fondos por un total de alrededor de 300 millones de dólares. No debe comparecer ante el Congreso, porque eso le corresponde a los ministros ni dar explicaciones sino a su esposo, el presidente, eso, si le viene en gana porque tal y como suceden las cosas, me da que es exactamente al revés.
Como se puede ver, el presidente-monigote no termina de tomar el poder con la contundencia y solidez que prometió en campaña, haciendo firme esa frase, creo que de un político norteamericano, que venía a decir que las campañas se hacen en verso y la gestión de gobierno en prosa.
La super "primera ministra", usurpándole el cargo y funciones al vicepresidente que por constitución le corresponde eso que ella va a hacer, será, esperemos un tiempo, la futura candidata a relevar al marido, algo que ya sucedió en Argentina y ahora se nos promueve en Nicaragua. Esto de las primeras damas es algo que me eriza mi democrática y frágil piel. Nadie las elige, salvo su esposo. Nadie las vota, salvo el marido (pero con "b"). A nadie dan explicaciones de su gestión a pesar de gestionar fondos públicos, en esta ocasión ni a su marido y, por si fuera poco, se aprovechan del aparato estatal para promocionarse. Aunque la última palabra la tenga el marido-presidente, esta será, sin duda: ¡si mi amor!. ¿Alguien me puede explicar donde está la diferencia entre lo público y lo privado?. ¿Entre una conversación de esposos y una de temas políticos?. ¿Entre una restricción marital por cuestiones de diferencia de opiniones en el colegio de los niños y lo mismo porque no se favorece a un grupo de presión determinando?
La historia parece indicar que esto del protagonismo femenino, como cónyuge en la política, es un producto de monarquías más o menos tradicionales. Resulta, sin embargo, que ahora ninguna monarquía tiene al cónyuge ejerciendo función pública alguna y, mucho menos, gestionando fondos, tal y como lo hacen las famosas primeras damas en Latinoamérica (tampoco ocurre en USA). En ocasiones, tenemos que ser más papistas que el propio Papa y, claro, así nos va luego.
Este es el triste y desolador panorama en Guatemala, pero con algún plus añadido (siempre hay que mejorar y perfeccionar la estupidez). Por ejemplo, contamos con una Comisión Contra la Impunidad (CICIG). Algo difícil de explicar porque es un experimento internacional que no existe en todo el mundo. Se trata, esencialmente, de un grupo de personajes selectos y seleccionados (a saber con qué criterio) que, con otro personaje igual de "bueno" al frente, pretenden investigar y presentar ante los tribunales a delincuentes y mafiosos mayores, especialmente los que se encuentran incrustados en la estructura de gobierno. Es como una especie de legión de intocables que es muy posible que no produzcan más que quebraderos de cabeza y, cuando se marchen dentro de año y medio, todo este igual (de mal) que ahora, porque se invirtió en ellos, en lugar de fortalecer las instituciones que deben quedar para que el estado de derecho prevalezca.
A este conjunto, nada esperanzador, se une la cúpula de la iglesia católica que, para ponerle en contexto, pierde fieles cada día porque su cardenal primado y algunos-muchos obispos se dedican a predicar a través de análisis político-sociales más próximos a la teoría de la liberación que a cuidar de almas perdidas por estos parajes, que por cierto falta hace. Unos, se oponen a la minería y su desarrollo, debe ser porque no querrán que el oro se lo lleven empresarios y lo quiere guardar para ellos. Otros, luchan contra las hidroeléctricas, quizás porque toda su vida estuvieron entre velas, cirios y candelabros y quieren que así sigamos y, todos, contra todo lo que suene a progreso, desarrollo, libre mercado e iniciativa privada. Lo que no quieren es perder ese poder tradicional de la post conquista que los dejó bien situados. A más pobres y más bobos, más fieles leales, subyugados y que asienten sin cuestionar. Si no, ¿de dónde el lema ese de que "vives como un cura"?, lean la historia de la iglesia en la conquista y verán cómo era rentable ser sacerdote o monje.
En fin, todo esto concentrado en solo diez días. ¿Qué pasará en el resto de los cuatro años que queda?. Eso es lo que ahora me preocupa más porque el hígado me comienza a elaborar más bilis de la cuenta, el estomago a reclamar menos ácidos y la cabeza a dolerme por todas partes. Bueno, al menos todavía, hemos salvado algo esencial del cuerpo. ¿Cuánto durará?.
Autor: Pedro Trujillo
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